Este es un blog personal para escupir algunas ideas, responder algunos ataques, corresponder algunas caricias, y combatir casi todas las opiniones

jueves, setiembre 15, 2005

El psicoanálisis es una ficción

El psicoanálisis es una ficción

Construimos un relato para explicar y comprender el mundo. Usamos el lenguaje para construir ese relato. El lenguaje nos da una representación del mundo, y acaso, es el mismo mundo, porque el mundo humano es, en última instancia, solamente lenguaje.
En la representación que del mundo tienen algunas personas, el psicoanálisis (cualquiera de los psicoanálisis existentes) trabaja en la mente de las personas.
El símil del trabajo en una mente es la de una sala llena de muebles (ideas, recuerdos, emociones), que el psicoanalista puede desplazar de donde están, que puede desaparecer de donde estaban y que, en su lugar, puede colocar otros muebles.
El psicoanálisis tiene la capacidad de hacer esto. En tanto relato, el psicoanálisis, mediante su terapia, posee el poder de colocar “muebles” y quitar otros de la mente de las personas.
Cada uno de nosotros, como también los psicoanalistas, tenemos un relato marco que es, para cada uno de nosotros, la representación que nos hacemos del mundo.
Si el psicoanálisis logra remover “muebles” de ese mundo (¿cuáles saca y cuáles pone?) y esta remoción ayuda a las personas, pues muy bien, así el psicoanálisis se suma a las disciplinas existentes que las personas imaginan y sienten que las ayudan a mejorar sus vidas.
La remoción de "muebles" (ideas, recuerdos, emociones), es parte de la naturaleza humana. También lo hacen los libros de autoayuda (la lectura), la psicología, la religión y en todos los espacios de socialización en los que se permite participar una persona existe la posibilidad de que adquiriera nuevos “muebles” y remueva los viejos.
La pregunta no es quién o qué remueve los muebles, la pregunta fundamental es qué ocurre con esa remoción, qué sentido tiene, qué ocurre o qué debe ocurrir.
Toda expresión lingüística es una metáfora del mundo:
¿Qué es el mundo?: el conjunto de todas las oraciones posibles.
El mundo son hechos y estados de cosas que solamente tienen sentido para nosotros cuando los ciframos en lenguaje.
Tú y yo somos, en parte, "muebles": "ideas", "conceptos" "sentimientos" y hechos y estados de cosas. Somos cosas y somos oraciones.
En tanto oraciones, existimos debido a un metaprograma que nos permite existir. Ese metaprograma es el lenguaje.
El lenguaje es un metaprograma que informa a la realidad.
Este metaprograma corre en un hardware.
La parte física por la que corre el software es el sistema neurológico.
Cuando una persona asume que tiene “problemas psicológicos” es porque aprendió que existen “problemas psicológicos”.
“Problemas psicológicos” es un programa que se instala y se desinstala de alguna manera del soporte neurológico.
Un niño, por ejemplo, que camina desnudo por su casa ¿tiene pulsiones exhibicionistas porque hace esto?
Una persona adulta, que anda exhibiéndose desnudo por allí, podría creer que tiene un “problema psicológico” porque hace lo mismo.
O podría no creer en semejante cosa y asumir que los otros están locos por no exponer su belleza física ante el mundo.
Ambas personas reaccionan ante una misma acción concibiendo esa acción en forma absolutamente distinta: la realidad para cada uno de ellos es distinta. Una se esas personas (el niño) ignora lo que significa exhibicionismo, carece del programa necesario para comprender el hecho.
En la representación que las dos personas adultas se hacen del mundo, andar por la casa calato no significa, ni motiva, ni provoca sentimientos, ideas o conceptos similares.
Esto quiere decir que podría haber un exhibicionista “enfermo” o con “problemas psicológicos” y un exhibicionista “sano”, en función a la alegría o el dolor que le producen sus propias acciones.
La inteligencia, es decir, esa facultad que empleamos para alcanzar metas y que nos evita exponernos al dolor o a la punición inútil e infructuosamente, indicará a cada uno de ellos cómo vivir su exhibicionismo y en función a esa inteligencia usufructuará su condición: uno podría volverse stripper y ganar dinero y ser feliz mostrándose, el otro se ocultará por allí y se mostrará ante quienes no lo quieren, porque lo hará con culpa.
En ambos casos ¿importa por qué lo hacen?
Seguramente el exhibicionista culposo se preguntará ¿por qué soy así? Y se torturará con esa pregunta insondable. Estoy seguro de que el gozador de la exhibición de su cuerpo, no andará con esas honduras metafísicas y esos “problemas psicológicos”
Psicología, en su acepción original, es poner el alma en palabras.
Hoy, la palabra psico hace referencia a la actividad mental.
La psiquis, como actividad mental, se refiere al soporte neurológico.
El soporte neurológico por sí mismo no significa nada.
Lo que significa el mundo son los programas que corren en él.
La psiquis no dice, el que dice es el programa.
El psicoanálisis echa mano a la hermenéutica para desentrañar el entramado de programas que corren en la psiquis.
Como toda disciplina, el psicoanálisis parte de un metarrelato determinado: este metarrelato varía según la escuela que elija el psicoanalista. Según lo adelantado que esté en las nuevas interpretaciones del libro original. Y según su capacidad de aceptar, o no, que el maestro dio pautas y un procedimiento, pero nunca un dogma.
Conocer todas las posibles oraciones que dan forma al relato del psicoanálisis es conocer el psicoanálisis.
El hermeneuta psicoanalítico identifica en las palabras del analizado un discurso encriptado que supone proveniente del inconsciente.
El discurso encriptado se verbaliza en algún momento, pero previamente se manifiesta, según el psicoanálisis, en expresiones, sensaciones, emociones, comportamientos que el sujeto analizado no comprende por qué se producen.
Una de las preguntas fundamentales del psicoanálisis es ¿por qué?
¿Por qué me visto de mujer?, ¿por qué no puedo amar a mis hijos?, ¿por qué robo?, ¿por qué le tengo miedo a las alturas?, ¿por qué soy un obseso de la pornografía?, ¿por qué bebo?
La búsqueda de un porqué lleva tiempo. Muchos psicoanalizados pasan largos años frente a un analista (o a varios analistas) que los conducen hacia la formulación de una respuesta: esa respuesta coloca otro mueble en la sala y muchas veces quita algunos.
Mientras más muebles en la sala, más enorme es nuestro mundo y más rico es.
Por ejemplo, una chica bulímica vomita para verse más flaca. En el psicoanálisis, esta chica, probablemente, tiene un problema de autoestima, un desarreglo emocional con su madre, una historia oscura con su padre.
No sabemos si lo tiene, pero según el metarrelato del psicoanálisis, debe tenerlo, es imperativo que sea así, porque de lo contrario no se entiende por qué vomita y por qué se hace daño.
El psicoanálisis, como toda disciplina, debe saciarse primero a sí mismo porque lo contrario neutraliza la eficacia de su práctica.
El psicoanálisis busca responder a una pregunta: ¿por qué?, y tiene que responderla porque, si no lo hace, fracasa.
Si la respuesta cura o no, es otra cosa. El supuesto es que conociendo el origen (el trauma original negado y sepultado en el inconsciente) la persona puede enfrentarlo, actualizarlo y superarlo.
Lo que me pregunto es: ¿la respuesta que emerge en el análisis es verdadera?
Cabe preguntarse, ¿qué es lo verdadero?
Lo que digo y cuento al analista ¿es verdadero? ¿Lo que deduce el psicoanalista a partir de lo que cuento, es verdadero?
La duda central que tengo con el psicoanálisis está anclada en este hecho concreto: el análisis produce un relato, una narración que supuestamente está ligada a un acontecimiento real del pasado, o sea, es un hecho.
Para los lacanianos, si ese “hecho” se relaciona o no con lo “acontecido realmente” importa poco, pues lo realmente trascendente en la psiquis de una persona es lo que cree o lo que no cree, y las características que esta persona adopta en el contexto de su relato.
La verdad positiva no importa. El acontecimiento real es irrelevante, pero no el acontecimiento simbólico.
En el psicoanálisis clásico, el acontecimiento narrado tiene que ser "real" para que la curación proceda; curación en el sentido de actualización del hecho, experiencia del dolor actualizado, comprensión de los actos, emociones, sentimientos, en función a ese hecho primigenio originario de casi todo lo demás.
A partir de este momento, de la actualización del dolor, se plantea la “¿curación?”
Si yo me “pinto”, en este relato personal, sacado de mi inconsciente durante el análisis, como “el malo”, “la víctima” o “el bueno” respecto a contextos y personajes primarios o secundarios ¿cuáles de estas imágenes recurrentes de mí mismo están paralizando, frustrando, mi calidad de vida?
Para revertir los daños provocados por esta forma de “representarme” debo construir otro relato que lo neutralice.
En Programación Neurolingüística las personas obvian buscar el porqué de un acto y se centran en lo que obtienen con ese acto, es decir, cuando olvidas preguntar por qué y te centras en el para qué, obtienes la descripción posible de una consecuencia.
Por ejemplo, las respuestas de una muchacha durante un tratamiento sobre anorexia y bulimia.

Pregunta: ¿Para qué vomitas?
Respuesta: ¿Para estar flaca?

La respuesta al para qué es inmediata. La respuesta a por qué, no lo es.
El porqué supone una interpretación que apela a la representación que del mundo tienen la persona analizada y el analista, situación que siempre pone a la respuesta en la esfera de la ficción.
Este juego de intercambios de mundos, de contratrasferencias, intelectualmente es interesante y, en sí mismo, debe ser gratificante: exponerse a un oráculo o a un sacerdote o a un mago es un comportamiento atávico.
Cuando transfieres a una persona la responsabilidad de asumir sus actos (o la ausencia de esos actos) con la claridad de sus propias palabras, encuentras que los "muebles" comienzan a moverse en función de posibles nuevos actos.

Este es un diálogo con una bulímica.
Pregunta: ¿Para qué vomitas?
Respuesta: Para estar flaca.
P. Sí, ¿pero qué sucede cuando vomitas?
R. Expulso lo que acabo de comer.
P. ¿Sientes placer al hacerlo?
R. No.
P. ¿Estás flaca para algo en especial?
R. Para verme bien.
P. ¿Te vez bien en el baño, cada día, cuando vomitas?
R. No.
P. ¿Te gusta verte o que te vean vomitando?
R. No.
P. ¿Conoces otras formas de estar flaca y que no sea vomitando?
R. No.
P. ¿Si lo conocieras dejarías de vomitar?
R. No sé. No conozco otra forma.
P. ¿Quieres verte bien?
R. Sí.
P. ¿Te gustaría verte bien sin tener que vomitar?
R. Sí.
P. ¿Sabes que si sigues vomitando vas a morir?
R. Sí.
P. ¿Quieres morir?
R. No.
P. ¿Quieres morir vomitando?
R. No.
P. ¿Quieres verte bien pero de una manera que no sea vomitando?
R. Sí
P. ¿Dejarías de vomitar si hubiese una manera de hacerlo sin vomitar?
R. Si hubiese una manera, sí.

Esto diálogo busca la modificación de un programa instalado en la mente de la persona.
La Programación Neurolingüística es una herramienta desarrollada tras la fusión de dos disciplinas (la lingüística y la informática) que estudiaron la forma en que algunos logran alcanzar resultados exitosos.
Voy a describir las acciones de una depresión que trabaje con PNL, antes incluso de conocer las técnicas de esta herramienta. En 1995 sufrí una depresión que me mantuvo 3 días en cama mirando el techo. Dejé de ir al trabajo (entonces era redactor de El Comercio). Me mandaron al psiquiatra y éste me dio descanso psiquiátrico.
El psiquiatra me dijo que tenía una depresión profunda. Ya lo sabía, la pregunta era cómo salir. Y la otra pregunta que podría haberme inquietado es ¿por qué tenía esto?
Acepté el descanso psiquiátrico, pero no fui a la terapia porque me recetaron pastillas y mi ex esposa me dijo entonces: “Tú eres fuerte, no necesitas pastillas, no necesitas vivir en un mundo artificial.”
Viví en el parque con mi hijo durante un mes completo y en ese mes descubrí que mi hijo gozaba persiguiendo palomas. Nunca las atrapaba, pero se mataba de risa al perseguirlas y al verlas volar. Tenía un año y medio, creo. Una vez, una paloma no voló, se quedó allí, acurrucada. Era una paloma moribunda. Mi hijo no la agarró, se asustó. Esa imagen se quedó pegada en mí. Luego he construido con ella un relato poderoso, para mí, que se ha convertido en un programa de vida. Yo corro, como todos los seres humanos, tras un sueño (muchos no tienen un sueño) pero a veces la vida no consiste en alcanzarlo, sino en tenerlo y correr tras él. Correr es el asunto, perseguirlo, estar en acción, porque no hacerlo es quedarse en una cama mirando al techo.¿Por qué me quedé mirando al techo tres días?
Hoy, no quiero ni necesito saber el por qué. Aunque podría tener (de hecho las tengo) montones de interpretaciones y estoy seguro de que un analista me daría otras tantas y habría tantas interpretaciones como analistas me vieran.
Lo importante es que me levanté. Me propuse hacer algunas cosas y comencé a realizarlas y dejé otras que no me interesaban. Cuando conocí el PNL descubrí que era parecido a lo que pensaba del mundo. En mi novela Nocturno de ron y gatos, que escribí hace 10 años, existe la idea de que el mundo es un construcción hecha con palabras y que la novela es una máquina de sueños que multiplica la realidad.
Esta concepción del mundo conectaba perfectamente con algunos postulados de mi querido Wittgestein (juegos de lenguaje, mapas mentales, que conocí luego de escribir mis novelas) y con mi postura frente al arte: es decir, “poesía no dice nada, está callada, oyendo su propia voz”
La poesía es la realidad, y es infinita. Nadie tiene LA INTERPRETACIÓN verdadera, la hermenéutica multiplica al mundo, es un juego, no es la verdad. Nada explica la realidad, el lenguaje solamente puede representarnos un mundo y es metafórico. Cada uno de nosotros posee un relato marco que es el mundo que conocemos y no podemos hablar de aquello que nos es imposible hablar porque no tenemos oraciones ni palabras para nombrarlo. En el mundo de alguien que ha hecho psicoanálisis y le funcionó para algo, el psicoanálisis es importante: porque el objetivo, el para qué, está cifrado en una meta que fue alcanzada. El Buda hablaría de la libertad esencial que es el conocimiento y el desasirse de aquello que te atrapa.
El lenguaje nos atrapa, o sea, el mundo, mientras más embrollado tu mundo, más asido estás y más laberíntico te parece el universo y menos salidas conoces.
La discusión es un placer de los que pueden discutir y yo creo que puedo darme ese lujo, es más puedo creer que tengo además de la potestad de darme el lujo, la capacidad para mostrar a otros, otro mundo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

que mal que hayas caido con un psiquiatra y no con un buen psicoanalista, si lees y estudias la teoria psicoanalitica podras darte cuenta que el sustendo de esta es lenguaje, el significado de las palabras.no es un trabajo hermeneutico
Los psicoanalistas no interpretan tu vida, tu le das un camino que te lleva a encontrar la verdad... la unica que existe.. la tuya.
sabina

sobrenatural dijo...

El significado de las palabras ES un trabajo hermeneútico. El mundo ES palabras y estas representan tu mundo. Tu crees que hay diferencia entre un psiquiatra y un psicoanalista. Pero no existen, en términos generales, psiquiatras y psicoanalistas. Existe tú psiquiatra y tú psicoanalista. Y eso de encontrar la verdad, es demasiado ¿no? La verdad ¿qué es? Ese es el tema poco claro de los psicoanaistas, creen que existe La Verdad y eso se pone religioso, es decir, irracional, es decir, fantastica.

Unknown dijo...

Me parece que tu cercanía con el psicoanálisis es escasa, sugiero te empapes un poco más, quizá no viendolo desde tu punto de vista de paciente, ni basándote en una experirncia determinada, te aconsejo estudies o participes en un simposio, cineforo, etc. para que tu visión deje de ser cerrada y pecar en algunos casos de popular. Créeme, el psicoanálisis es más que mover muebles en la cabeza de alguien.

sobrenatural dijo...

¿Creeme? Osea debo creer, no saber, creer, depositar mi fe en tus conocimientos que han pasado el esoterico filtro de los iniciados... ese es el problema, no existe un psicoanalisis (esta vaina no tiene tildes) existen varios y no se a que libro sagrado quieres que arribe para por fin creer...

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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